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martes, 28 de junio de 2022

El plástico no es Kosher

 A partir de los años 40 se desarrollaron unos materiales novedosos: los plásticos.

Hay diferencias en su química y física, pero todos tienen moléculas con largas cadenas de Carbono. Son bastante inertes en general, y tienden a permanecer en el ambiente por largos periodos casi inalterados. Tanto como el granito o como la arcilla. Quizás por baratos, quizás por artificiales los plásticos no son kosher, se pueden consumir pero un hombre piadoso los evita.

Tienen un conjunto de propiedades notables. Son baratos, muy baratos. Es muy fácil moldearlos, mecanizarlos, laminarlos y soplar objetos huecos. Y no son biodegradables. A diferencia de los compuestos de Carbono de origen orgánico, que se degradan por la acción de bacterias en el ambiente, esto no pasa con los plásticos. Son tan poco degradables como la arena o la cal y a estos nuevos intrusos no les perdonamos fácilmente su inalterabilidad.

Son bastante resistentes, y por su uso en envases, piezas de máquinas y aparatos, juguetes y adornos, su uso creció exponencialmente. Por inertes e impermeables a líquidos son el material favorito para muchos envases de productos de uso masivo, creando categorías nuevas de producto, tales como las botellas de detergente o los hilados sintéticos.

Por ser impuros los plásticos, algunos talibanes recomiendan no usar plástico en absoluto. Pero las razones por las que usamos el plástico siguen siendo válidas: el plástico permite muchos usos muy deseables a un costo muy aceptable.

¿Imaginan como sería la recolección y manipulación de basura sin bolsas? Y que me cuentan de los pañales descartables, ¿recuerdan como era administrar pañales que había que lavar y secar, y del gasto de energía y trabajo para eso? Quizás podamos acordar que el café en cápsulas no es tan necesario, pero la distribución de detergente en envases que no sean de plástico sería una molestia y un gasto muy altos.

Los cables de nuestras casas están cubiertos en plástico, a Dios gracias, lo mismo que las suelas de nuestros zapatos de deporte.

Podemos argüir que gustan más las partes de carrocerías, hechas de metal en lugar de plástico. Pero el automóvil hecho sin plásticos será más caro, más pesado, con mayor gasto de energía en moverlo, más corrosible y más contaminador del ambiente en su fabricación.

Una cosa que no desaparece nos obliga a considerar que hacemos con lo que ya usamos. Y allí aparece la máxima “Reducir, reusar, reciclar”

Algunos usos de los plásticos no tienen mucho sentido, seriamos igual o más felices sin ellos. La razón fundamental del uso de plástico en estos objetos, que deben ser baratos para que toleremos su inutilidad, es que es el único material disponible a esos precios. No tiene sentido protestar contra el material con el que se que hace un objeto inútil. Preguntemos, mejor, qué utilidad estamos efectivamente dando a un objeto así.

Otra manera de lidiar con objetos ya usados es reusarlos, y así la cantidad de deshechos se reduce. Esta estrategia tiene limitaciones por la contaminación durante el uso y por dificultades logísticas, por ejemplo comprar la leche llevando el envase para su relleno.

También se puede reciclar el material, o sea, usar la materia prima para otro uso. También en este caso la contaminación limita este uso y el costo adicional de la recolección, separación, limpieza y acondicionamiento hace que el material reciclado sea más caro que el material virgen. Esa característica vuelve muy improbable que un producto masivo y barato sea hecho con material reciclado, quedando aplicaciones de nicho, tales como prendas de vestir de diseño hechas con material reciclado.

Aparte de estas estrategias que mantienen la estructura física y química, también podemos degradarlos hasta Carbono o su óxido.

Una manera es quemarlos. Esta práctica es efectiva pero tiene inconvenientes serios: si el quemado no es hecho muy cuidadosamente se liberan partículas de carbón y compuestos dañinos parcialmente oxidados. Es muy difícil quemar cuidadosamente un material sólido de composición y presentación variables y que suele estar contaminado o húmedo. Y además, al quemar plástico libramos el más dañino de los contaminantes: CO2.

Otra manera es enterrarlos. Esta estrategia, bien económica, es vista con alarma justamente porque los plásticos no se degradan.

Hay un malentendido en los rellenos sanitarios. Mucha gente cree que el material en el relleno sanitario se degrada hasta formar humus o que se “mineraliza” hasta formar alguna especie de suelo inerte. No es el caso. Un residuo en un relleno sanitario normalmente queda casi inalterado durante centurias. Por ejemplo, periódicos enterrados hace cien años son aun legibles.

Cuando ponemos el plástico usado en un relleno sanitario bien diseñado le estamos dando al plástico un uso adicional: ser un sumidero de carbono. Porque el peor problema para el ambiente de la quema de Carbono (ya sea carbón o hidrocarburos) es la liberación de CO2,  Un gas de efecto invernadero que aumenta la temperatura de la atmosfera. Cuando enterramos plástico, por cada kilogramo enterrado estamos evitando entregar a la atmósfera 3,4 kg de CO2.

Quizás ahora se le aparezcan en su mente las clásicas imágenes de tortugas que se comen las bolsas de plástico o de los delfines que se ahogan enredados en redes usadas. Déjenme decir enfáticamente que tirar plásticos al mar no es una estrategia adecuada, mientras que ponerlos en un relleno sanitario que no tiene animales si lo es.

Es fundamental que el relleno tenga una base impermeable para que no contaminen las napas el lixiviado (de otros compuestos orgánicos, no plástico) y una cobertura bien diseñada para evitar roedores e insectos, y para controlar la emisión de Metano asociada a la descomposición anaeróbica (de otros compuestos orgánicos que se descomponen). El plástico, que es bien inerte, no agrega dificultades al proceso de deposición.

En este uso, el plástico deja de ser un contaminante para pasar a ser una sustancia que retira Carbono de la atmosfera y que permanecerá fuera del ambiente por largos períodos. Es de esta forma mucho menos contaminante que las colas de minerales dejadas por la explotación minera metalífera, menos contaminante que las aguas servidas, y otros tantos productos resultado de la actividad humana.

Es difícil precisar el origen del malentendido que nos lleva a preocuparnos de enterrar plástico. Quizás sea el hecho de que sean materiales no naturales, quizás sea el hecho de que sean muy visibles. También podemos buscar el origen del malentendido en considerar que cuando se recicla se reduce el uso de Carbono. En realidad, si se gastara más energía seleccionando, lavando y acondicionando se podría estar emitiendo más Carbono generando la energía usada para reciclar que creando plástico nuevo. Cuando se entierra en rellenos sanitarios, esta cuenta es aun más favorable a no usar el plástico.


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