Nunca discuta con un tonto, los que miran pueden no notar la diferencia

viernes, 21 de enero de 2011

Un partido para el cambio

Los partidos tradicionales tienen pocos incentivos en solucionar problemas de organización.

La gestión de la cosa pública es notoriamente ineficaz y es ejecutada por personajes que, en los casos mejores, son voluntariosos y en otros sencillamente medran del lío cobrando peajes y canonjías.

Unos ejemplos elegidos al azar: El manejo de organismos de estadística, de sistemas de registro de personas, el de uso de recursos naturales, tales como riego o uso del suelo. La emisión de permisos de construcción, el control de trabajadores, el registro de obras con fines impositivos, el control del medio ambiente, etc..

Todos estos temas tienen en común que su ejecución requiere de conocimientos de difícil obtención. Que su ejecución defectuosa no produce un beneficio concreto a ningún grupo.

Excluimos a algunas personas que, estratégicamente ubicados en sitios de control, administran firmas, excepciones y aceitan el funcionamiento obteniendo beneficios personales.

También tienen en común que fácilmente tienden a ser hiperreguladas y barrocamente ornamentadas en sus reglamentaciones.

Hay un reglamento que exige que el titular de una pensión presente cada mes el recibo del mes pasado, para demostrar su supervivencia. O sea que, para evitar que un porcentaje ínfimo de tramposos sigan cobrando la pensión de un muertito, le joden a la vida a todos los demás que andan exigiendo sus ya frágiles neuronas guardando un papelito cuya copia está en la pantalla del empleado que paga.

Hay un reglamento que permite a la AFIP investigar la documentación de las empresas de los últimos diez años. Las empresas de guarda de documentación, chochas.

Hay otro que impone controles de documentación crecientemente laboriosos para registrar vehículos. Actualmente la AFIP impone que los vendedores estén registrados (CUIL/CUIT), que hayan completado el formulario 381y que hayan pagado el impuesto docente. El municipio que no tenga multas impagas y rentas de la provincia que no deba patentes. Todos estos son fines nobles, pero esos organismos deberían tomar recaudos y ejercer controles sin transferir su obligación de control a dos particulares que deciden hacer una operación de compra venta.

Cuando la gente vota por consignas de eficiencia, se está refiriendo a que se disminuyan las ejecuciones pobres de actos de gobierno. Sin embargo, por algún raro motivo, los elegidos para esa causa tienden a imaginar que lo que busca la gente es orden. Este pedido es levantado por políticos conservadores y , a veces, autoritarios sin especiales dotes o preparación en temas organizativos. Como es esperable, corrientemente no logran el objetivo.

O sea, no podemos asumir que la derecha conservadora se encarga de estas cosas, ni aceptar que nosotros no podemos porque no somos de ese colectivo.

No hay preferencia política que valga demasiado: una ley mal diseñada o implementada perjudica a todos, y no favorece a nadie. O, mejor, a los pocos que favorece no podrían declarar en voz alta que son favorecidos, porque su beneficio es saber lo que casi nadie entiende o sabe.

Muchas personas tienen ganas, experiencia y tiempo para hacer cosas para el bien de todos. Sin embargo, no tienen vocación ni capacidad para ingresar a un partido político, ni iniciar una carrera como legislador para, finalmente, lograr hacer un par de leyes en las que están interesados.

No hay lugar para los incumbentes no interesados en el ejercicio del poder. Para esos aficionados a la cosa pública puede haber un espacio. Uno que capitalice lo mejor que pueden dar de sí.

Esto no es novedoso.

¿A usted le gusta Ginés González García? A mí me parece sobresaliente. Si bien no le conozco tanto el pedigree y es una figura algo polémica, los hechos estilizados cuentan que fue el heredero de un grupo de de sanitaristas quienes, bajo la invocación de su santo patrono Ramón Carrillo, empezaron a estudiar y a operar sobre el sistema de salud. Podemos incluir en esos grupos a Floreal Ferrara, impulsor del plan de salud primaria ATAMDOS en esa corriente, y otros muchos que transformaron el sistema de salud.
Es un resultado del trabajo de González García que tengamos medicamentos  genéricos.

En un repaso rápido de otras circunstancias me acuerdo de Huergo y Madero, que resultó en la construcción de los dos puertos de Buenos Aires. O un puerto y un barrio, dicen los deslenguados.

Y Mosconi con el petróleo. Y Savio con el acero. Ambos fueron acompañados por camaradas de armas y un grupo nutrido de locos como ellos que les permitieron hacer cosas que no figuraban en el manual de las posibilidades de casi nadie.

Entonces: ¿Desean cambiar la sociedad en la que viven? Olvídense de los partidos políticos. No están allí para hacer proyectos, las cosas que se cambian suelen hacerse a pesar del que manda, y casi todo les sale mal, menos administrar conflictos.

Ármense un think tank y llévense puesto a todo lo demás. El anglicismo es algo inadecuado: quizás usina de ideas, o grupo de acción. ¡O comando de Organización!

En suma, una organización que lleve adelante unas ideas, recolecte aliados entre las fuerzas vivas, provea de administradores cuando tal idea se aplique y le dé estropada a la acción.

Asociados a temas específicos: economía, educación, salud pública, etc., han sido históricamente de donde salen las ideas que transforman la sociedad. Para aumentar su efecto, puede ser interesante que las usinas de pensamiento que articulen sus objetivos y compartan recursos.

Otro antecedente son los grupos ambientalistas. Con infinidad de matices y formas tienen en común, sin embargo, que buscan cumplir sus objetivos  recurriendo a ayuda que obtienen de los medios de comunicación, de los partidos políticos, o de empresas. No necesariamente trabajan en conjunto, pero tienen una agenda en común y eso les da masa crítica que aumenta su capacidad de impacto.

Y, como dice un amigo, tengan ventilador (have fun).