Nunca discuta con un tonto, los que miran pueden no notar la diferencia

lunes, 20 de marzo de 2017

De los relatos

Estos tiempos son vistos como problemáticos y la cacería de culpables de los problemas es un deporte popular. Para esto, tres visiones del mundo son habituales en Argentina:

Los tipo A señalan la existencia de un grupo pequeño de personas que operan al margen del ética, defienden privilegios injustificables y aborrecen lo popular, ya sea porque se imaginan extraños a esta tierra,  o porque de ese modo pueden ejercer la explotación sin sentir empatía por el prójimo. Los de esta matriz de imágenes añaden que los males de la sociedad son causados por las acciones de este grupo ayudados por un conjunto mucho mayor de ciudadanos que no comparten los privilegios, riqueza y poder del anterior, pero que han sido colonizados culturalmente. Estos colonizados permiten, por omisión o por apoyo, las malignas maniobras del primer grupo aún si esta acción los perjudicara a corto plazo.
Si los malos son vistos como una minoría conspirativa, los del tipo A imaginan que ellos son una minoría iluminada, ya que al defender y apreciar la cultura popular, son los campeones de las mayorías y la tienen clara. Epistemológicamente, tienen la vaca atada.

Los tipo B señalan de la causa de los males a la falta de cumplimiento de la ley, ya sea por la generalizada falta de apego a las normas y leyes (la anomia de la que habla Carlos Santiago Nino) o por la equivocada idea (al juicio de este conjunto) de que los delincuentes son víctimas de la sociedad injusta.
Este grupo descubre en cada asesinato, robo, choque de autos o bolsa de basura tirada en la calle la acción malévola, o al menos negligente, de terceros, y que en esa acción está la clave de los males de este mundo.
Para los del tipo B los cursos, leyes y reglamentos están generalmente bien, pero su inobservancia es lo que desencadena el problema, por lo que recomiendan extremar los castigos a los delincuentes e infractores, y separarlos de la sociedad tanto como se pueda. También destacan que un delincuente suelto es un problema mucho mayor que un posible inocente en la cárcel.
Asumen que la sociedad es adecuada, al menos en su aspecto normativo y formal, y que por lo tanto los ascensos, honores y responsabilidades los reciben quienes lo merecen, y así también los castigos o segregaciones. Legalmente, las tienen todas consigo.

Los tipo C le dan mucha importancia como causante de los problemas a la estupidez generalizada, en especial en el manejo de las relaciones sociales.
Los de este grupo destacan que las faltas de bienestar son porque las energías de la sociedad se han disipado en acciones erróneas o mal planeadas o mal ejecutadas.
Señalan, enfadosamente para los de otros grupos, que las supuestas soluciones a los supuestos problemas no han hecho más que empeorar las cosas. Por ejemplo: Para controlar la violencia ejercida por los "barras brava", simpatizantes del club y que están identificados, se le prohíbe al club que organiza el encuentro que venda entradas a los que no son simpatizantes del club y tampoco,  eventualmente, a turistas japoneses. Mencionan estos tipos que sería mucho más efectivo detener a los que hayan cometido delitos, impedir la entrada de los violentos identificados, o si lo anterior no se pudiera, prohibir la entrada de los simpatizantes. 
En este grupo suelen desconfiar de las autoridades pues el poder que tienen los convierte en dañinos. Como dormir con un elefante, que es bien intencionado y servicial, pero que se da vuelta y nos aplasta.
Una imagen que ilustra el imaginario de ese grupo es que si bien para limpiar algo hay que ensuciar otra cosa, se puede ensuciar todo sin limpiar nada. En su confianza en la razón, nadie les hace sombra.

Los tres grupos de creencias son perfectamente adecuados para entender muchos de los problemas de la sociedad, y ninguno de ellos tiene mejor tasa de aciertos o brinda mejor guía de conducta. Y como estamos hablando de arquetipos, de imágenes mentales, de ninguna manera es solamente un discurso repetido o habla de loro.  
      
No conviene a los integrantes de un grupo tener discusiones con miembros de otros grupos, en especial de temas abstractos y alejados de casos que conciernan directamente a los participantes, pues la ausencia de una base común de lenguaje e imágenes fundantes vuelve poco enriquecedor el diálogo. El lenguaje corporal de perros y gatos es muy distinto y casi opuesto, por lo que un perro asume que un gato es un perro muy descortés, agresivo y falto de respeto. Lo mismo le pasa al gato. Para los de cualquier tipo, los pertenecientes a los otros tipos son ingenuos o tontos o bien arteros embaucadores que pretenden engañar a todos los demás al oponerse a las evidentes verdades.

No hay muchas oportunidades de que un tipo A vea con interés y empatía la preocupación de uno del tipo B por una secuencia de robos en el barrio, así como éste no puede esperar que uno del tipo C no le proponga soluciones diferentes a la de hacerse cruces con la maldad de los delincuentes.
La primera y más enfática recomendación: no esperar que una argumentación o discusión, basada principalmente en la razón y la lógica, lleve a alguien a cambiar una visión del mundo, anclada en la base perceptual y cognitiva de esa persona. Es pretender tapar el sol con la mano.
  
Puede ocurrir, sin embargo, que inadvertidamente nos veamos envueltos en un intercambio de este tipo. Ya sea una  reunión familiar, compromiso social o un amigo y seamos obligados a discurrir sobre temas especulativos o alejados de lo inmediato. Hablando boludeces, bah, y de golpe enzarzarse en una discusión sorpresiva.

Para sortear este difícil trance y para salir con la frente en alto y sin pelearse es un poco más efectivo utilizar argumentos que el otro pueda entender y compartir. Siguiendo las recomendaciones de http://www.vox.com/2016/11/23/13708996/argue-better-science podemos sugerir como ejemplo:

Cuando un tipo A señale a una persona como personificación del mal pues lo ve como explotador y deseemos defender al sujeto, no tiene sentido recordarle que no hace cosas contrarias a la ley, que esto calaría en los del tipo B, ni destacar que por su posición y cargo no puede dejar de defender su posición, como atendería un tipo C, pero sí recordarle que esa misma persona hace sustantivos aportes a la comunidad y que brinda trabajo a decenas de personas.

No creo que esto cause que ese individuo sea amado, pero quizás logremos aportar algún elemento en su defensa.


Buenas tardes 

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